martes, septiembre 16, 2008

Hablemos de la soja

De un tiempo a esta parte estamos leyendo en todos lados que la soja es un alimento sanísimo, sino el más sano de todos, y que todo el mundo debería comerlo a todas horas.

Las revistas de nutrición y salud y los anuncios de televisión nos la venden a todas horas y en los herbolarios y tiendas podemos encontrar todo tipo de productos fabricados con ella. Siguiendo los consejos de los llamados expertos, parece ser que hay que dejar de comer queso y carne y que hay que sustituirlos por tofú y hamburguesas de soja que son alternativas mucho mas sanas. La soja es el alimento perfecto. Todo debería estar fabricado con ella.

Yo, cada vez que veo que los medios de comunicación empiezan a promocionar algo a gran escala, siempre soy escéptico y suelo pensar lo siguiente: ¿Quién está pagando esta gran campaña publicitaria? Si poner un anuncio en prensa o televisión cuesta un dinero, ¿Cuánto cuesta toda esta promoción? Y sobre todo pienso: ¿Quién sale ganando con toda esta publicidad?

Teniendo en cuenta que Estados Unidos es el país que controla el comercio mundial de soja y, sabiendo que los americanos son los reyes del marketing y que no hay nadie como ellos cuando se trata de promocionar sus productos por el mundo, permitidme que desconfíe un poco de tantas y tantas bondades que se publicitan de este alimento.


La soja que, por cierto, es una legumbre de la familia de la judia o el guisante, contiene fitoestrógenos, que son estructuras químicas vegetales de composición muy similar al estrógeno, que es una hormona humana. Esto quiere decir que estos fitoestrógenos, pueden estimular a los receptores de estrógenos de nuestro cuerpo tal y como hace el propio estrógeno.

Esto puede ser beneficioso para las mujeres menopausicas, cuyos ovarios ya no producen el estrógeno que producían antaño, pero no es tan beneficioso para otros. Por ejemplo, para todas aquellas personas que sufren de tumores sensibles al estrógeno (cáncer de mama o de próstata). Para estas personas no es bueno sobre estimular los receptores de estrógeno, por lo tanto no es aconsejable que abusen de la soja.

El consumo excesivo de soja puede provocar desórdenes hormonales que afectan a los órganos reproductivos y al tiroides. Reduce los niveles de testosterona por lo que puede afectar a los hombres reduciendo su libido y su conteo de esperma.

Pero no solo los hombres pueden sufrir efectos indeseados derivados del excesivo consumo de soja, sino que las mujeres también pueden hacerlo, ya que la glándula tiroides puede verse afectada, produciendo varios problemas, como: fatiga, libido baja, , calambres, infertilidad, depresión, pérdida de cabello, piel seca y aumento de peso. Es el Genistein (una isoflavona de la soja) la que parece ser culpable de dañar la enzima que sintetiza la hormona tiroidea.


El procesado de la soja tampoco añade nada bueno. Se emplean productos químicos y altas temperaturas y presiones, lo que destruye ciertos nutrientes y desnaturaliza las proteínas haciéndolas inservibles. Estas proteínas no pueden ser correctamente procesadas por nuestro sistema digestivo y tienden a pudrirse produciendo todos los problemas que relato en el libro. No voy a extenderme, pero hay muchos estudios que detallan como la soja interfiere con la digestión de otros nutrientes, la absorción de minerales y el sistema inmunológico.


Por supuesto, estamos hablando de que todos estos problemas son producidos por un consumo excesivo de soja, no simplemente por consumir un poco de ella esporádicamente.

Autores reputados establecen que el nivel seguro de consumo de soja es no sobrepasar los 36g. al día, que es lo que comen en Japón, el mayor consumidor de soja del mundo.

El problema radica en que, actualmente, se emplea la soja para fabricar muchos productos como helados, pastas, pasteles, galletas, cereales y comida basura en general, dado que es muy barata.


Mi punto de vista frente a la soja, como ya he comentado muchas veces es: si voy a comerla, que sea esporádicamente y sin procesar. Si hay brotes de soja en una ensalada, no voy a quitarlos, pero por supuesto ni va a ser un alimento habitual en mi dieta diaria ni voy a llenar mi despensa de leches, yogures, hamburguesas, panes, harinas, pizzas o cualquier otro producto industrial fabricado a partir de la soja, por mucho que “me lo quieran vender” como lo más sano del mundo.

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